domingo, 31 de enero de 2010

¡Muá!


Si durmiéramos juntos, ¿cómo me despertarías?

sábado, 30 de enero de 2010

Sweet you rock and sweet you roll


"Eres hermosa. Y podría enamorarme de ti en cualquier momento":
Las dos verdades más reveladoras de mi vida.

jueves, 28 de enero de 2010

Lo importante es que amanece


"Ya es hora de que despierte a las niñas", pensé. Ya hace mucho que ha amanecido, tienen que levantarse. Ellas necesitan este nuevo día de una manera más intensa, más perentoria que yo. Debo acercarme a su cama, apartar las mantas, posar la mano sobre sus cuerpos cálidos, suaves, anunciarles que ha llegado un nuevo día. Eso es lo que debo hacer ahora. Pero me fue imposible levantarme de la silla ante la mesa de la cocina. Las fuerzas habían abandonado mi cuerpo por completo. Como si alguien se me hubiese acercado sigilosamente por la espalda y me hubiese desenchufado. Hinqué los codos en la mesa y me cubrí la cara con las palmas de las manos.
Dentro de la oscuridad, pensé en la lluvia que caía sobre el mar. La lluvia que caía furtivamente, sin que nadie lo supiera, en un vasto mar. Las gotas de lluvia golpeaban mudas la superficie del agua, sin que los peces lo percibieran.
Hasta que alguien se acercó y posó suavemente su mano sobre mi espalda, seguí pensando en el mar.

miércoles, 27 de enero de 2010

Vaso, vasito


¿Tu vaso está medio lleno o medio vacío?

martes, 26 de enero de 2010

¡Feliz, feliz cumpleaños!


Estas son las mañanitas
que cantaba el Rey David.
A los Blogcitos bonitos
se las cantamos así:
despierta, Siberia,
despierta,
mira que ya amaneció.
Ya los pajarillos cantan;
la luna ya se metió.
Hoy estamos de manteles largos: ¡es nuestro primer aniversario juntos!
Yo no sé, siberianos, pero ésto lo tenemos que festejar en grande.
¡Gracias por todo!

lunes, 25 de enero de 2010

Desierto


Hay muchas maneras de vivir. Hay muchas maneras de morir. Pero eso no tiene ninguna importancia. Al final sólo queda el desierto.

sábado, 23 de enero de 2010

Buenos Aires, Mayo de 1976


Abro la puerta donde dormiré esta noche.
Estoy solo. Y me pregunto: ¿Existe una mitad de mí que me espera todavía? ¿Dónde está? ¿Qué hace mientras tanto? ¿Vendrá lastimada, la alegría? ¿Tendrá los ojos húmedos? Respuesta y misterio de todas las cosas: ¿Y si nos hemos cruzado ya y nos hemos perdido sin enterarnos siquiera?
Cosa curiosa: no la conozco y sin embargo la extraño. Tengo nostalgia de un país que no existe todavía en el mapa.

jueves, 21 de enero de 2010

Simplemente eso


-Pero si no he muerto, si he podido seguir viviendo, ha sido porque pensaba que si algún día volvías a mi lado, yo, con todo, sería capaz de aceptarte de nuevo. Por eso no he muerto. Y eso no tiene nada que ver con tener o no tener derecho, nada que ver con lo correcto o lo incorrecto. Quizá seas un estúpido. Quizás no valga la pena. Quizás vuelvas a herirme. Pero ésa no es la cuestión. Tú no entiendes nada de nada.
-Tal vez no.
-Y no me preguntas nada.
Abrí la boca dispuesto a decir algo, pero no me salieron las palabras. Era cierto que no le había hecho ninguna pregunta. "¿Por qué?", pensé. "¿Por qué no le he preguntado nada?"
-Los derechos son los que tú vayas construyendo a partir de ahora -dijo Yukiko-. O los que nosotros construyamos. Quizá no bastaba. Quizá parecía que habíamos construido juntos muchas cosas cuando, en realidad, no habíamos hecho nada. Posiblemente, todo nos haya ido demasiado bien. Tal vez hayamos sido demasiado felices. ¿No crees?
(...)
-¿Entiendes lo que quiero decir?
-Creo que sí.
-Quizá vuelvas a herime. Y lo que será de mí entonces, no lo sé. O quizá sea yo la que te hiera a ti. No puedo prometerte nada. Eso es seguro. Ni yo puedo prometerte nada a ti, ni tú puedes prometerme nada a mí. Pero te amo. Simplemente eso.
La abracé y le acaricié el pelo.

miércoles, 20 de enero de 2010

¿Qué hay al oeste del Sol?


-Al sur de la frontera, al oeste del sol -dijo.
-¿Qué es eso de "el oeste del sol"?
-Existe de verdad -dijo-. ¿No has oído hablar de la histeria siberiana?
-No.
-Lo leí en alguna parte hace tiempo. Creo que cuando iba al instituto. No logro recordar dónde, pero, en fin, era una enfermedad que sufrían los campesinos en Siberia. Imagínatelo: eres un campesino y vives solo en los páramos de Siberia. Trabajas la tierra un día tras otro. A tu alrededor, hasta donde alcanza la vista, no hay nada. El horizonte al norte; el horizonte al este; el horizonte al sur; el horizonte al oeste. Nada más. Todos los días, cuando el sol sube por el este, vas al campo a trabajar. Cuando alcanza el cénit, descansas y comes. Cuando se oculta tras el horizonte, al oeste, vuelves a casa y duermes.
-Una vida muy distinta a la de llevar un bar en Aoyama.
-Sí -dijo ella sonriendo. Y ladeó un poco la cabeza-. Muy distinta. Y eso, día tras día, año tras año.
-Pero en Siberia, en invierno, no se pueden cultivar los campos.
-No, claro -dijo Shimamoto-. Durante el invierno te quedas en casa trabajando en cosas que puedas hacer en el interior. Y, al llegar la primavera, vuelves a salir al campo. Tú eres ese campesino. Imagínatelo.
-De acuerdo.
-Y entonces, un día, algo muere dentro de ti.
-¿Algo muere? ¿El qué?
-No lo sé. Algo. La fuerza de mirar, día tras día, cómo el sol se eleva por el este, cruza el cielo y se hunde por el oeste, algo, dentro de ti, se quiebra y muere. Y tú arrojas el arado al suelo y, con la mente en blanco, emprendes el camino hacia el oeste. Hacia el oeste del sol. Y sigues andando como un poseso, día tras días, sin comer ni beber, hasta que te derrumbas y mueres. Esto es lo que se llama histeria siberiana.
Intenté representarme la imagen de un campesino siberiano caído de bruces en el suelo, agonizando.
-¿Qué hay al oeste del sol? -pregunté.
Ella volvió a negar con la cabeza.
-No lo sé. Tal vez no haya nada. O tal vez sí. En todo caso, es un lugar distinto al que está al sur de la frontera.

martes, 19 de enero de 2010

Los amantes


-Star-Crossed Lovers -dijo Shimamoto-. ¿Sabes lo que quiere decir?
-Habla de unos amantes que nacieron bajo el signo de la fatalidad. Amantes desdichados. Eso es lo que significa en inglés. Se refiere a Romeo y Julieta. Ellington y Strayhorn compusieron la suite que incluye esta melodía para el Shakespeare Festival de Ontario. En la interpretación original, el saxo alto de Johnny Hodges hacía de Julieta y el saxo tenor de Paul Gonsalves, de Romeo.
-Amantes que nacieron bajo el signo de la fatalidad -repitió Shimamoto-. Parece compuesto expresamente para nosotros dos, ¿no?
-¿Crees que somos amantes?
-¿A ti no te lo parece?

lunes, 18 de enero de 2010

Banana Republic


Y mientras el mundo se queda
transitando por la misma vía
aquí estamos rueda que te rueda
ahuyentando la melancolía.

sábado, 16 de enero de 2010

You, baby, you gonna miss that plane


-Pero ¿sabes, Hajime?, hay sentimientos que son amargos porque perduran, ¿no te parece?
El saxo tenor se acercó y me dio las gracias por el whisky. Yo le agradecí su actuación.
-Hoy en día, los músicos de jazz se han vuelto muy educados- le expliqué a Shimamoto-. Cuando estudiaba, no era así. Entonces tomaban drogas y la mitad de ellos tenían un carácter anormal. Pero a veces tocaban una música tan increíble que te caías de espaldas. Yo siempre iba a los jazz club de Shinjuku a escuchar música. Siempre esperando que me tumbaran de espaldas.
-Te gusta ese tipo de personas, ¿verdad?
-Es posible -dije-. Nadie se sumerge en ninguna aventura esperando resultados mediocres. La gente, pese a tener un chasco nueve de cada diez veces, desea tener al menos una experiencia suprema, aunque sólo sea una vez. Y eso es lo que mueve el mundo.
Eso es el arte, supongo.

jueves, 14 de enero de 2010

miércoles, 13 de enero de 2010

Tú caracol, yo rana


- Tengo miedo-dijo-. Últimamente, no sé por qué, me siento a veces como un caracol sin caparazón.
-Yo también tengo miedo. No sé por qué, pero a veces me siento como una rana sin membranas entre los dedos.
Alzó la vista y me miró. Esbozó una pequeña sonrisa.
Luego, sin mediar palabra, nos dirigimos a la parte umbría del edificio, nos abrazamos y nos besamos.
Éramos un caracol que había perdido el caparazón y una rana que había perdido las membranas. La apreté con fuerza contra mi pecho.
(...) Ella apoyó la palma de su mano sobre mi corazón. Su tacto se fundió con mis latidos. "Es diferente a Shimamoto", pensé. "No me da lo que Shimamoto me daba. Pero es mía y quiere ofrecerme todo lo que puede. ¿Cómo podría hacerle daño?"
Entonces no lo sabía. No sabía que era capaz de herir a alguien tan hondamente que jamás se repusiera. A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir.

martes, 12 de enero de 2010

Pretend


Nat King Cole cantaba Pretend. Yo, claro está, no entendía ni una palabra de la canción en inglés. A mis oídos sonaba como un conjuro. Pero a nosotros nos gustaba y, como la habíamos escuchado tantas veces, nos habíamos aprendido de memoria los primeros versos.

Pretend you're happy when you're blue
It isn't very hard to do.

Ahora sí entiendo lo que significa. "Cuando estés triste, finge que eres feliz. No es tan difícil": igual que la sonrisa que ella esbozaba siempre. Ésa es, desde luego, una manera de ver las cosas. Pero a veces cuesta.

lunes, 11 de enero de 2010

El engaño


Son dos las veces que nos engañamos acerca de la persona a la que amamos: primero nos dejamos engañar por lo bueno y luego por lo malo.

domingo, 10 de enero de 2010

I see the sea


Que te guste no es suficiente.
GUSTAR es amor diluido.
Gustar es un punto medio.
Gustar es conformarse con poco.
Los atletas no se sacrifican porque les gusta el deporte.
Los artistas no sufren por el gusto al arte.
No existe una playera que diga I like New York.
Y a Romeo no sólo le gustaba Julieta
AMOR. Eso sí que tiene fuerza.
El amor cambia todo.
El amor eleva.
El amor conquista.
El amor es la raíz de todo lo bueno que ha pasado y todo lo bueno que pasará.

sábado, 2 de enero de 2010

Hola, Acapulco


Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos,
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

(...) Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor,
como una lámpara innagotable de aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.